Orígenes de los sistemas melódicos
El eslabón perdido de las escalas
Orígenes de los sistemas melódicos: El eslabón perdido de las escalas.
Existe una inquietud presente en todos quienes hemos transitado por los cursos de historia de la música. Esta no sólo se manifiesta en los estudiantes que colman las aulas de clases de las escuelas de música, los conservatorios, las universidades sino también en los docentes que dictan la materia. Más aún, la mencionada inquietud invade la mente de los investigadores que buscan generar nuevos conocimientos para la humanidad.
¿En qué consiste esta inquietud? Para responder a ello, basta con observar un modelo de escalas que conocemos de todos los libros de texto, capítulo Grecia (la de Homero, Pitágoras, Aristóteles) y otro de las gamas eclesiásticas del llamado, por los historiadores, período medieval (la Europa de Gregorio Magno, Ambrosio de Milán, Guido de Arezzo).
Lo primero que salta a la vista es que ambos modelos son totalmente distintos. Surge entonces otra interrogante: ¿Dónde y cuándo se produjo el cambio? ¿A qué se debió? Dentro de estas inquietudes nacieron postulados que atribuían esta diferencia a errores conceptuales. En ese caso, ¿por culpa de quién? ¿Fueron los músicos? ¿Los tratadistas? ¿Los historiadores?
Suposiciones e hipótesis han abundado en la literatura. Entre las razones más esgrimidas son: Criterios errados tanto de los musicólogos del siglo XIX como de sus lejanos predecesores teóricos carolingios del siglo IX; Confusiones de los tonos de la salmodia gregoriana con los tipos de octavas de la música griega antigua; Desencuentro generado en la dirección de las escalas antiguas que eran descendentes, mientras que las denominadas medievales lo eran ascendentes; Incomprensión de las escala de ámbitos fijos de Ptolomeo por parte de los teóricos medievales.
Hubo, incluso, una sentencia derrotista: “el estudio de los modos y tonos sigue pareciendo hoy a la mayoría de los músicos un laberinto inextricable”; y otra en defensa de la civilización contemporánea del emisor: “La confusión de tonos y modos es una culpa griega y antigua, no una culpa puramente moderna”.
La preocupación es profundamente legítima puesto que se trata de esquemas musicales que siguen tan vigentes y generalizados como hace cuarenta mil años. El presente trabajo fue el resultado de un esfuerzo de investigación motivado a esas inquietudes que han dejado un vacío en la secuencia histórica y evolutiva del más importante medio expresivo que posee la música desde que ella existe como manifestación consciente de la humanidad: la melodía.