VenezuelaVenezuela
Detalle
ISBN 978-980-18-5518-7

Dos piezas de Teatro Breve

Autor:0
Colaboradores:
Luis Perozo Cervantes (Diseñador)
Luis Perozo Cervantes (Coordinador Editorial)
Editorial:Luis Ramón Perozo Cervantes, (Sultana del Lago Editores)
Materia:Tragedia y teatro serio
Clasificación:Tragedias
Público objetivo:General
Publicado:2024-12-17
Número de edición:2
Número de páginas:32
Tamaño:14x21cm.
Precio:Bs900
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

La poética dramatúrgica de Enrique Romero: a propósito de Dos piezas de teatro breve
Carlos Ildemar Pérez

Hace ya muchos años, más de veinte, recuerdo que un domingo apareció en el diario Panorama una nota crítica que escribí sobre un libro de monólogos de Enrique Romero titulado Mujeres en Maracaibo, editado por Monte Ávila. Desgraciadamente, no solo perdí aquella nota, sino que, entre mudanza y mudanza, también extravié ese excelente libro. Confieso que aún recuerdo con agrado la forma en que Enrique Romero, con ese educado y amable rigor que lo caracteriza, agradeció aquella crítica a su indispensable obra teatral.

Ahora, por el azar y el destino, tengo ante mí Dos piezas de teatro breve, también de Enrique Romero, editado por el Movimiento Poético de Maracaibo en la colección que lleva el nombre de uno de los actores más queridos y respetados del teatro zuliano: el entrañable maestro Jesús “Chucho” Pulido. Dos piezas de teatro breve está compuesta por Dos personajes han decidido saludarte y el monólogo Esa clemencia que pido en la penumbra. En ambas obras resalta la fuerza estilística propia de Enrique Romero, quien dota a su dramaturgia de un tono, forma y figura que no dudo en calificar de personalísima.

En la dramaturgia de Enrique Romero, lo esencial —y que aprecio como un aporte significativo y constante— reside en la acertada construcción psicológica de sus personajes. Esto se aprecia en las damas de Rosado y de Celeste, así como en el caso del paciente, cuyas vitalidades humanas, simbólicas, históricas y afectivas están estrechamente ligadas al esfuerzo por exaltar las potencialidades del lenguaje. Este lenguaje, cuidadosamente expresado en la creación de los diálogos, evita caer en los ripios expresivos carentes de talento literario, la estridencia tonal que desteatraliza o la vulgaridad gratuita como fórmula vacía. Todas estas formas empobrecedoras, que sustituyen el verdadero teatro popular por un teatro populachero y decadente, no forman —ni han formado jamás— parte de la propuesta dramatúrgica de Enrique Romero.

En Esa clemencia que pido en la penumbra, el paciente, bajo los efectos de tranquilizantes, dice:

"Ahora me toca comenzar a buscar de nuevo mi propio bosque nocturno. Mientras lo busco, o mientras el matorral de la noche se hace dueño de mí, con mis ojos que se entrecierran aprenderé los astros, los de arriba, que también brillan. A propósito, no abriré mi mano durante el sueño. Mi diestra permanecerá cerrada. Podría perder mi planeta. Tengo que cuidarlo desde lo que me queda. No te desampararé, planeta mío. Soy un hombre fiel, muy fiel. Ellos no me perdonan esta fidelidad.”

Sin exagerar, debo decir que esta calidad poética y cuidado expresivo en los diálogos de Enrique Romero están a la altura, por ejemplo, de los de Edipo Rey, Hamlet o los escritos por Oscar Wilde, Chéjov o Brecht. La dramaturgia, en todo tiempo y lugar, es fundamentalmente diálogo: la máxima expresividad del ser. Por ello, supone una exigencia de escritura hecha de excelencia y perfección.

Quienes conocen poco o casi nada de teatro podrían suponer erróneamente que la dramaturgia de Enrique Romero respalda una visión aristocrática del teatro, destinada a minorías cultas o intelectuales. Pero, para el despecho de muchos, toda dramaturgia debería ser como la que escribe Enrique Romero: llena de esplendores confesionales y sensibilísimos, bien estructurada dramáticamente, sin aspavientos ni pretensiones, y mejor escrita en cada palabra que pronuncian sus personajes.

Otro aspecto literario interesante en la dramaturgia de Enrique Romero es su marcado carácter lírico, que sostiene la trama de estas dos piezas teatrales. Esto se aprecia especialmente en Dos personajes han decidido saludarte, donde el desarrollo del conflicto se realiza mediante cuidadosas introspecciones y evocaciones en torno a lo más íntimo.

Al leer la obra, podrán confirmar que estas deliciosas damas son voces ocultas. Más que fantasmas, son memorias transparentes: personajes que buscan existir, encarnando sus deseos y pensamientos en los futuros cuerpos de las actrices. La dama de Celeste dice:

"¿Estarán dispuestas dos actrices maracaiberas a disciplinarse hasta que mi compañera y yo podamos caminar y discurrir…?"

Más adelante, la dama de Rosado dice al director de teatro:

"¡Nuestras voces quieren volverse gritos!”

Sin voz, no existiría el teatro. Sin hablas, no habría teatralidad. Por eso, lo más teatral de la existencia reside en la oralidad, que da autenticidad al teatro. En la subjetividad del decir, que siempre ocurre en colectivo, encuentra Enrique Romero el apasionamiento por el sabio dictamen del existir. Los personajes creados por Romero no son fachadas ni disfraces: son fuerzas humanas llenas de tensión auténtica.

Peter Brook, extraordinario director de teatro inglés del siglo XX, señala en su libro El espacio vacío que: “Algunos escritores intentan remarcar su significado con acotaciones y explicaciones escénicas; sin embargo, no deja de chocar el hecho de que los mejores dramaturgos son los que menos acotan.” Esto es evidente en la obra de Enrique Romero, cuyo dominio dramatúrgico es tal que no utiliza acotaciones. Así, evita agobiar al lector con paréntesis explicativos que desvían la atención del hilo dramatúrgico. En su dramaturgia, el sentido del espacio-tiempo de los personajes yace en el desarrollo de los diálogos, los cuales hilvanan la realidad y el contexto sin recurrir a explicaciones innecesarias. Esta sutileza permite a directores y actores construir, casi ilimitadamente, las posibilidades escénicas según sus intereses.

Publicar una obra como esta en Venezuela es un hecho histórico para la bibliografía teatral del país. La edición de Dos piezas de teatro breve (en homenaje a Elisa Lerner y Elizabeth Schön, madres del teatro femenino e intimista de Venezuela) por el Movimiento Poético de Maracaibo representa un respiro para la dramaturgia zuliana. A pesar de las dificultades que enfrenta el quehacer dramatúrgico dentro y fuera del teatro, incluso contra los propios teatreros, la dramaturgia con mayúscula, como la de Enrique Romero, siempre sabrá resistir para no convertirse en cadáver.

Maracaibo, miércoles, 11 de diciembre de 2013
(Palabras escritas para presentar el libro de Enrique Romero en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez)

Contáctenos:

Torre Norte, Centro Simón Bolívar, Piso 20. El Silencio / Tel. cenal.isbnvenezuela@gmail.com