Intimando con Dios
A lo largo de este libro, hemos explorado la profundidad de la relación con Dios, la fe en medio de la incertidumbre y la necesidad de caminar con Él más allá de lo que nuestros ojos pueden ver.
Dios no es un misterio que debemos resolver, ni una presencia que solo se manifiesta en momentos de crisis. Él está en lo cotidiano, en lo simple, en lo que a veces pasamos por alto.
La verdadera intimidad con Dios no se trata de entenderlo todo, sino de confiar en Su amor. No se trata de recibir respuestas inmediatas, sino de aprender a caminar en fe. No se trata de buscar señales extraordinarias, sino de reconocer que Él está con nosotros en cada instante.
Si algo podemos llevarnos de esta reflexión, es que Dios no nos llama a una fe basada en certezas absolutas, sino en una relación basada en confianza. No necesitamos verlo con nuestros ojos para saber que está presente. No necesitamos entender cada detalle de Su voluntad para saber que Su propósito es perfecto.
La invitación es clara: Intimar con Dios no es un evento ocasional, sino una decisión diaria. Es aprender a vivir en Su presencia, a reconocer Su voz en el silencio, a caminar con Él incluso cuando el camino no está completamente revelado.
Que cada día sea una oportunidad para acercarnos más a Su corazón. Que cada oración sea un acto de entrega. Que cada paso sea un reflejo de nuestra fe.
Porque Dios no está lejos. Nunca lo ha estado. Solo necesitamos abrir nuestro corazón y permitir que Su presencia transforme nuestra manera de vivir.