Y si florecen los granados
Sobre la piedra calcinada, soy la inmóvil, la expectante piel, la vigilante.
Cada poro abre su corola como el loto surge del fango suave y tibio, tembloroso, hecho carne. Sé que la estrella imprimirá sobre mi superficie su coletazo ardiente y seré salvada.
La franja de luz se desplaza al ritmo vertiginoso del planeta, pronto es sobre mí, y soy ungida.