Ráfagas del establo (digital)
En la noche, tratando de decir con palabras lo entendido, después de oír su voz delante de la puerta, sólo encuentro el silencio. Ráfaga de silencio ardiente que se distingue muy bien del mutismo cerrado. Pues el silencio es aquello que envuelve a la verdad desde su origen hasta más allá de la verdad. Decía Chevalier que el silencio es un preludio de apertura a la revelación, mientras que el mutismo la cierra. El silencio abre un pasaje, el mutismo lo corta. Hubo un silencio antes de la creación; hay un silencio al final del tiempo. El silencio envuelve los grandes acontecimientos, el mutismo lo esconde, el uno da a las cosas grandeza, el otro las desprecia y las degrada. El uno marca el progreso, el otro la regresión. San Bernardo afirma que el silencio es una gran ceremonia. Dios llega al alma que hace reinar en ella al silencio.