El niño que no creía en San Nicolás
Cuando mi hermano Alejandro tenía ocho años, le anunció a la familia que ya no creía en San Nicolás. A nadie le pegó tanto esta noticia como a mi papá, un devoto de la Navidad.
Días después, un cartero llegó a la puerta de la casa con una misteriosa carta. Venía del Polo Norte y estaba dirigida "Al niño que no cree en San Nicolás”. Desde ese entonces, nadie en mi familia duda de su existencia.
Este poema –escrito por mi papá– narra el contenido de esa misiva. Lo comparto contigo porque no hay mayor legado en la vida que el poder de creer.
Al menos eso nos dijo San Nicolás.