Río Quemado
Ese río interrumpido que parece ser el hilo de los recuerdos sienta el paisaje remanente tras una explosión de la memoria, de la que queda una voz solitaria haciéndose preguntas, buscando un interlocutor de su secreto, que es simplemente su haber sido en medio de las ruinas. La memoria hace un esfuerzo en busca de una substancia existencial a través de fotos donde se ocultan y se desvanecen los rostros; naturaleza fracturada tras una hecatombe de fuego y polvo de la que apenas quedan ramas rotas y gritos de pájaros lejanos; un río quemado, que no se sabe si es o nunca ha sido, metáfora del tiempo o el tiempo mismo en la decrepitud que deja a su paso. Este segundo poemario de Jorge Rodríguez Gómez está escrito en segunda persona, de tú a tú, como invitación al diálogo a un interlocutor perdido en el mismo río, partícipe de la misma penuria, o como la interrogación a sí mismo en pos de terceras personas, supervivientes esparcidos por la avalancha de olvido. En el encadenamiento de sus textos breves, el poeta alcanza una emotiva voz lírica con acentos de oda y de elegía, que hacen de Río Quemado, fragmentariamente, un lugar de memoria semejante a Comala o a Macondo.