Oscuro y eros
Fernando Rodríguez hace en Oscuro y Eros una poesía concreta, epigramática y adusta. Bordea la parquedad, pero juega con el desparpajo y la ironía —la suya, la de siempre— aderezada con cierto humor «oscuro» que alumbra los recovecos de una subjetividad impregnada de resonancias existenciales y observaciones fenomenológicas.
Fernando encontró en la poesía la sustitución de la filosofía que no pudo —o no quiso— hacer. Así lo ha dicho en varias oportunidades. Y en este afortunado movimiento, inmerso en la vida y sus ocasiones, dio con su propia poética. Vio la frontera, la saboreó y la cruzó. Ojalá siga esta senda; me gustaría ver a dónde lo conduce.